Requiem II

He logrado llegar dos veces
Al mismo punto de partida.
Dos montañas de nieve fingen
Que me han visto, sería más fácil
Si cerraran los ojos, si no percibieran
Ni el más mínimo movimiento sanguíneo
De mis ojos cansados de tanto despertar.
Aquella neblina no deja que pase el
Reflejo de un recuerdo infantil. Siempre
He estado viva cuando llego al final, el sabor
Que has dejado transpira morbosamente un
Ondeo de soledad.
Cuando vuelva no despiertes, no reanimes
Los cangrejos del ayer, el rojo deseo contrasta
Naranjas de una tarde de ausencias.
Desespero y vuelvo a la ruta. Almas, ojos, vientres
Marcan direcciones ficticias, finjo que volveré,
Que voy a vivir. Esperar no es lo mismo sin ti.
Nocturnas mariposas bibliotecarias me acompañan,
Me susurran aleteos verbales que no rescato,
Sólo sueños desnudos de contingencia,
Plumas de cristal navegantes de mares
Espaciales desato. Hilo armaduras invisibles
que me salvan del olvido, adivino cuentos
nunca antes escritos; no sabría como zarpar.
A ciegas busco pieles familiares, tabú de deseos
Que brincan sobre pájaros alumbrantes que respiran
Sobre mis párpados, despierto.
Camino sobre heridas gangrenadas que se revuelcan
Desesperadamente en mi vientre.
Viajo entre poros agonizantes, prendo incendios
Delirantes, elevo dos palabras en el aire, envuelvo
Pequeños trozos de mí. Vagaré entre los dos caminos,
Falseando sembraré tulipanes, recorreré con mi saliva
Pétalos anunciantes de mi llegada. Lunas asesinas
Silban noches de laureles perturbantes que no dejan
Atracar que no me permiten llegar.
Robertha Mayer
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